El ojo humano no es igual de sensible a todas las longitudes de onda que forman la luz diurna. De hecho, tiene su máximo para un valor de 555 nanómetros que corresponde a un tono amarillo verdoso. A medida que nos alejamos del máximo hacia los extremos del espectro (rojo y violeta) esta sensibilidad va disminuyendo. Es por ello que las señales de peligro y advertencia, la iluminación de emergencia o las luces antiniebla son de color amarillo.
Como el amarillo ya está elegido para expresar la alerta, el cuidado y la precaución, el par obvio es el rojo-verde. El rojo, como color cálido, es mucho más llamativo que el verde que es un color frío. Como es más importante, en evitación de accidentes, detener que dar paso, se eligió el color rojo para detener el paso y el verde para darlo.
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